lunes, 4 de abril de 2011

Un sueño




 Su sexto sentido le decía que algo no andaba bien, que debía abandonar aquel terroríficamente bello lugar.
 Un pasillo largo, muy largo, que no tenía fin; columnas tan altas que llegaban hasta los planteas mas lejanos y ese inmenso techo abovedado que de día seguro era más esplendoroso.
 Todo era siniestro pero, a la vez, encerraba una hermosura infinita.
  A la luz de la blanca luna llena y de una vela, las estatuas altas y con un resplandor espectral parecían recobrar vida, despertarse de un largo sueño.
 Al mismo tiempo, éstas se fundían con las nubes, a través de los ventanales majestuosos.
 Recordaba ese lugar, de pequeña, en sus pesadillas. Pero ahora que estaba allí, parecía todo tan real, bello y escalofriante que no tenía miedo.
 De repente, despertó sobresaltada bañada en un frío sudor, pero no de espanto, confundida porque lo vivido pertenecía solo a un sueño, no a una realidad.

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